sábado, 29 de mayo de 2010

Relato de sábado


-Una mirada singular dentro del cine español. ¡Me gusta!-, pensé luego de ver La vida sin mí, película de Isabel Coixet. Me sorprendió el manejo del silencio, en un medio tan visual, pero que en ocasiones peca de exceso de verbo. Aquí un texto de esta directora de cine que me gustó desde que lo leí por primera vez -cuando vivía en ciudad de provincia taurina-, en ese entonces yo mismo leía a la autora japonesa a la que hace referencia el texto.


Una mañana

Una mañana abres los ojos sin saber si tus párpados te pertenecen. No apagaste la luz la noche antes y has dormido encima de un libro de una autora japonesa, triste hasta decir basta, que te ha dejado marcas en la cara. La ducha no te despierta. Queda café justo para una miserable taza aguada. Tus neuronas se burlan de la taza aguada. La calle. La calle espera tras la puerta y tienes dos minutos de ángel exterminador, no quieres salir, no puedes salir. Sales.

Bar. Un cortado cargadito. Alex Ubago a toda hostia. Discusión entre los camareros sobre quién atiende la barra, quién la mesa. Gritos, reproches, alusiones a pasadas afrentas, a turnos sin cumplir, mal reparto de propinas. Se olvidan de tu bocadillo de queso. Hambre, aire acondicionado gélido dándote en el cogote. Señora inmensa con carrito de la compra jugando con desesperación a la máquina tragaperras. Dejas el euro en la barra y robas el periódico. Tu absurda venganza por lo del bocadillo. Y por lo de Alex Ubago.

Paras el primer taxi que pasa. El olor a faria te golpea nada mas abrir la puerta. Y radio tele-taxi. Tienes que repetir tres veces adónde vas, pero al de la faria no se le ocurre bajar la radio. Sanitarios tirados de precio. Jamones envasados al vacío. Liquidación en fábrica de sofás. Vuelve la Pantoja. Mas sanitarios baratos. Un chiste de Arévalo que le hace mucha gracia al de la emisora.

Abres el periódico al desgaire. Rayos que dejan ilesas a vacas. Salmonella en los bocadillos de una fiesta popular. Un menor pasa a disposición judicial acusado de cómplice en la muerte de una disminuida psíquica de 23 años a la que encontraron en una cuneta. Habían abusado de ella y después, la habían quemado. Viva. Despiertas, por fin. Te despierta todo el dolor del mundo en ocho líneas contadas. Le dices al de la faria que has cambiado de idea, que te devuelva dónde te encontró, que vuelves a tu casa, a tu cama arrugada, al libro triste de la japonesa. Pero está fascinado, escuchando a Perlita de Huelva y no te escucha.

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